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lunes, 30 de agosto de 2010

¿Por qué se fugan dólares de la economía?


Entre julio de 2007 y julio de 2009 el promedio mensual de fuga de divisas fue de 1700 millones de dólares y desde agosto hasta ahora 730 millones de dólares.

La fuga de capitales volvió a cobrar relevancia desde mediados de 2007.

Entre enero de 2003 y junio de 2007 promedió apenas los 160 millones de dólares por mes. En los últimos tres años creció significativamente. Entre julio de 2007 y julio de 2009 el promedio mensual fue de 1700 millones de dólares y desde agosto hasta ahora 730 millones de dólares.

¿Por qué se fugan dólares de la economía? Los determinantes de la salida de capitales son múltiples, y por consiguiente la identificación resulta muy compleja. Las causas de la fuga en las economías emergentes se puede clasificar en estructurales, macroeconómicas y coyunturales.

La fuga de capitales de carácter estructural se explica por varios factores. Un aspecto es la dolarización de las carteras de activos en los países emergentes.

Como la volatilidad macroeconómica no permite el desarrollo de instrumentos de ahorro de largo plazo en moneda doméstica, los agentes por lo general optan por el ahorro en moneda extranjera.

Otro determinante es la permeabilidad de la regulación financiera heredada de procesos de apertura financiera abrupta característicos de los ’90.

Las causas macroeconómicas operan cuando aumentan las expectativas de devaluación o crisis financieras; cuando aumenta la tasa de interés de los países centrales; o cuando aumenta la percepción del riesgo sobre las economías en desarrollo.

Finalmente, las causas coyunturales abarcan aspectos cualitativos de difícil medición, tales como la intensificación de la conflictividad política, o las medidas de política económica percibidas negativamente.

Pero esa situación coincidió con los albores de la crisis financiera internacional y con un fuerte incremento del excedente del sector, derivado de los precios y cosecha record.

En circunstancias de política interna más normales difícilmente ese excedente hubiera sido volcado en su totalidad a la inversión, el consumo o el ahorro en moneda doméstica; más aún cuando se tiene en cuenta que la renta se llevó buena parte de ese excedente.

Parece claro hasta aquí que la fuga siempre expresa un problema (dolarización de la economía, insostenibilidad cambiaria, incertidumbre, shocks externos); pero se debe aclarar que no siempre es un problema en sí misma. Si la fuga tiene lugar en un contexto macroeconómico caracterizado por el exceso de oferta de dólares, tasas de inversión elevadas, y depósitos estables o crecientes, no constituye un problema para el funcionamiento de la economía.

Si, en cambio, la fuga dificulta la acumulación de reservas y el manejo cambiario, o elimina el exceso de oferta de divisas, puede afectar la tasa de crecimiento potencial de la economía o generar disrupciones cambiarias, financieras y reales.

¿Cómo administrar este fenómeno? la acumulación de reservas y el desendeudamiento refuerzan la estabilidad cambiaria y aseguran a la economía ante crisis externas, desestimulando la salida de capitales.

En términos estructurales el blanqueo de la economía es clave, así como un mayor desarrollo del mercado de deuda en moneda doméstica.

Los conflictos políticos,son detonantes de la fuga.

Estos datos son consistentes con los que figuran en la contabilidad externa. Entre 2008 y 2009, la formación de activos externos por parte del sector privado (financiero y no financiero) alcanzó los 14.800 millones de dólares.

Lo más llamativo es que tan sólo 2 mil millones de dólares fueron a parar a inversión directa o productiva y el resto terminó en inversiones especulativas o directamente en el “colchón”.

Se estima que hoy el stock de dinero en moneda extranjera en el “colchón”, o en orígenes desconocidos (depósitos u otras inversiones especulativas), alcanza los 134 mil millones de dólares, mientras que las inversiones productivas en empresas o emprendimientos inmobiliarios es tan sólo de 30 mil millones de dólares.

Eso explica dos cuestiones clave de los últimos tiempos: 1) la baja utilización del mercado financiero como alternativa de financiamiento (hay fondeo propio) y, 2) el incremento de la acumulación suntuaria del excedente que va creciendo en porcentaje del PIB.

Una cuenta sencilla nos marca que, para un PIB de aproximadamente 330 mil millones de dólares como el actual, el monto que es generado por actividades ilícitas medido en pesos alcanzaría los 66 mil millones anuales, monto altamente significativo.
Comparando con la fuga de divisas, estamos diciendo que el lavado de dinero duplica anualmente al monto fugado en forma anual, al menos en estos dos últimos años.

Al estar blanqueado, el dinero se encuentra dentro de la estadística formal de la economía: circula, se deposita, se pagan impuestos por ellos, etcétera. Del mismo modo, una vez “adentro” del circuito formal, una porción se fuga a otras latitudes y/o se acumula en activos externos que no son productivos.

La evasión impositiva constituye un delito por excelencia en la Argentina. Según datos de la Cepal, la recaudación potencial del impuesto a las Ganancias es de 130 mil millones de pesos mientras que la recaudación efectiva para 2009 fue de 55 mil millones de pesos.

Si sumamos la evasión del IVA que calcula la AFIP, la evasión en los dos principales impuestos de la Argentina supera los 90 mil millones de pesos.

En la Argentina, si bien la evasión está penada por la Ley Penal Tributaria, no está penado el lavado de dinero producto de dicho delito. El delito de lavado de dinero surge como delito en sí mismo, ya que muchas veces es muy difícil detectar el delito que lo precedió.

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